No me gusta planchar. Lo odio. Prefiero ir a depilarme antes que sacar la tabla de la plancha. Y si son paños de cocina, pañuelos, o demás cosas cuadradas y pequeñas vale, pero... ¿qué me decís de esas blusas tan monas de verano, con sus jaretas, sus puntillas y demás historias imposibles de planchar?
Tengo a la chacha de fiestas (sí, esta semana son las fiestas grandes del pueblo) y hace días que no se presenta por casa, así que a base de pensar y pensar encontré la solución:
¿Harta de ver el cesto de la ropa hasta arriba??? ¿Harta de que cuando por fin, dos semanas después, una se decide a planchar la ropa este cartón-piedra y no haya quién le quite las arrugas?
Pues tan fácil como coger toda la ropa, a la lavadora de nuevo y punto!
Sí, esta limpia, pero por unas horas dejáis de verla en el cesto, y eso relaja mucho! De la lavadora al tendal, el cesto vacío, aroma a mimosín por casa y adiós al cartón piedra.
Esta operación puede repetirse tantas veces como se desee, pero cuidado con el detergente, que ya sabéis que contamina el medio ambiente.
(Yo la lavadora la pongo siempre por la noche, allá a las doce o la una de madruga, pero solo por joder a la vecina de abajo..)